Desde el propósito de acercar la música clásica, renacentista y la fusión contemporánea a un público dispuesto a experimentar la cercanía con sus artistas nace el Festival Torre de Villaescusa.
Una de las singularidades de este festival será su escenario. Los antiguos pajares de la Torre de Villaescusa, en el Valle de Campoo, han sido transformados en una sala de conciertos de inspiración medieval donde la piedra y la madera se combinan para envolver a público e intérpretes en una acústica perfecta, ofreciendo una experiencia única.
La primera edición del festival, que nace con vocación de continuidad, comenzará el sábado 5 de julio (19:00 horas) con el recital de María del Mar Jurado (Jaén, 2003), violinista extraordinaria con una carrera meteórica a pesar de su juventud. Ganadora de numerosos premios en concursos nacionales e internacionales, destaca su vinculación con Cantabria al recibir el Premio Jesús de Monasterio en el XXI Concurso Internacional de Música de Cámara de Arnuero. Actualmente continúa su formación en la Fundación Barenboim-Said de Sevilla. En este concierto, que cuenta con el patrocinio de la Real Sociedad Menéndez Pelayo, estará acompañada por el pianista Anselmo Bustamante. Pianista y violinista abordarán un nutrido repertorio integrado por obras de compositores como Kreisler, Sarasate, Paganini, Elgar, Saint-Saens o Jesús de Monasterio.
Themis Quartet es un cuarteto de cuerda integrado por Paloma Cuevas y Cristina Cubas (violín), Belén Puerto (viola) y Celia Cruz (Violonchelo), cuatro músicas unidas con el objetivo de dar voz a compositoras que la historia silenció. Actuará el sábado 12 de julio (19:00 horas). Su concierto será además comentado por la directora de la Orquesta Sinfónica del Cantábrico, Paula Sumillera, ofreciendo a los asistentes la posibilidad de descubrir las curiosidades del repertorio, que incluirá obras de Hildegard von Bingen, Fanny Mendelssohn, Florence Beatrice Price y Claudia Montero.
El tercer sábado de julio, día 19 (19:00 horas), será el turno de la Capilla Antiqua de Reinosa, un coro formado por más de veinte voces mixtas de las comarcas campurrianas, acompañado por un cuarteto de cuerda y dedicado a difundir la música antigua como parte del patrimonio artístico. Este concierto invitará al público a sumergirse en un paisaje sonoro donde la belleza de la naturaleza se entrelaza con la sensibilidad del Renacimiento. A través de un recorrido que abarca distintos rincones de Europa – desde los prados andaluces hasta las fuentes italianas o los jardines ingleses – será posible escuchar cómo los compositores del siglo XVI encontraron en el mundo natural una fuente inagotable de inspiración. Los viejos muros de la Torre de Villaescusa volverán a escuchar madrigales, motetes y chansons de autores como Monteverdi, Palestrina o Josquin Desprez entre otros.
Y como colofón, abierto a nuevas e interesantes manifestaciones artísticas, el festival se cerrará el sábado 26 de julio (19:00 horas) con el concierto de Casapalma. Recuperando la canción montañesa y reivindicando el folclore cántabro, Irene Atienza y Yoel Molina se han convertido en una suerte de prestidigitadores que se mueven entre el pasado y el futuro con una soltura increíble. Esta fiesta montañesa será el broche final de un festival que pretende contribuir, a través de la cultura, al desarrollo económico y social del Valle de Campoo.
Las entradas ya están a la venta en www.torredevillaescusa.com
La Torre de Villaescusa
Construida por la familia Bravo de Cosío en el siglo XVII, la Torre de Villaescusa fue erigida sobre los restos de una antigua torre defensiva levantada entre el XIII y XIV. Con el paso de los siglos, y especialmente con los cambios políticos y sociales que precipitaron el final de la Edad Media, muchas de estas edificaciones fueron abandonadas o transformadas, lo que ha dificultado la conservación de los vestigios originales. Villaescusa fue una excepción, conservada y mantenida hasta la actualidad, como un ejemplo privilegiado de arquitectura de la época.
La construcción de la torre, así como el resto de dependencias que completan este conjunto arquitectónico, refleja la posición de la familia en aquel tiempo, fruto de un estratégico uso de las tierras, así como de distintas alianzas con otras casas de la comarca. Además, la torre era utilizada para controlar el territorio circundante y protegerse de posibles conflictos. El conjunto, que tras catorce generaciones sigue en manos de la misma familia, ha experimentado diversas reformas y restauraciones a lo largo de los siglos pero sigue siendo un importante testimonio de la arquitectura medieval y barroca en la región.
José Imhof y el Festival
Tras la creación de su propia Escuela de Piano en Villaescusa del Bardal, donde desde hace cinco años se dan cita alumnos tanto de la región como de distintos puntos del país, el pianista cántabro José Imhof decidió dar un paso más en la difusión de la música clásica y la puesta en valor del patrimonio arquitectónico de Campoo.
Así, su casa familiar acoge este verano la primera edición del Festival Torre de Villaescusa, que se convierte en realidad tras de muchos años madurando la idea y las posibilidades. “Artistas, amigos, familia y patrocinadores han remado a favor de la creación de esta iniciativa, que nace con la fuerte determinación de convertirse en un punto de encuentro musical en la comarca”, destaca Imhof, implicado personalmente tanto en la elección de los intérpretes como en la reforma del espacio y su adecuación para el festival.
El vínculo entre el pianista y esta casa es profundo, forjado a lo largo de los años por su historia familiar. Con la creación del festival, señala, “por primera vez se abren las puertas de la torre al público invitándolos a descubrir la magia y la serenidad de este enclave único, rodeado de naturaleza y música”.