Isabel y Jesús Francisco son dos de las nueve personas (seis mujeres y tres hombres) que este año participan en una nueva edición del programa mixto de formación y empleo de ‘Atención Sociosanitaria a personas dependientes en instituciones sociales’.
Financiado por la Junta de Castilla y León, el programa se imparte hasta el 31 de julio en las instalaciones de Tercera Actividad, el centro de atención a personas mayores y/o dependientes que la Fundación Santa María la Real gestiona en Aguilar de Campoo.
Jesús Francisco lo tuvo muy claro cuando le ofrecieron participar en este programa quería “tener una salida laboral más y ampliar conocimientos”. La atención sociosanitaria a personas dependientes, le pareció “un sector atractivo y en continuo cambio”, que además de ofrecerle un certificado de profesionalidad, le otorgaba la oportunidad de capacitarse para “atender a mi familia en caso de necesidad”.
Isabel, en cambio, tuvo sus dudas, nunca había hecho algo así, “¿y si no valgo?”, se preguntaba. Finalmente, se animó y hoy está a un paso de obtener su certificado y, además, con muy buenas calificaciones. Ambos han aprendido y trabajado como las otras siete personas que participan en el programa y que tienen que enfrentarse a 900 horas de trabajo y formación: 450 de prácticas y 450 de teoría.
“Estamos muy contentos con el grupo que tenemos este año”, comenta Nuria Estalayo, profesora coordinadora de la actividad. “Están respondiendo muy bien ante la formación y el trabajo. En general, se muestran muy comprometidos, con ganas de aprender mucho y de trabajar para contribuir a enriquecer el día a día de nuestros mayores y a mejorar su bienestar”.
Aprender trabajando
Durante los seis meses de duración del programa, los participantes han dispuesto de un contrato laboral, que les permitía asistir a las clases teóricas en las que las docentes les han ayudado a adquirir las competencias profesionales necesarias. “El programa consta de cuatro módulos formativos: dos de carácter psicosocial y de organización, y dos de carácter higiénico-alimentario y sanitario”, explica Estalayo, para concretar que básicamente lo que aprenden es “a tratar de la forma más adecuada a las personas dependientes, al margen de su edad o grado de dependencia”.
Así, ahora mismo conocen el modo en el que se les debe mover, vestir, asear o alimentar. También han aprendido cómo se deben comunicar con ellos, escucharlos, apoyarles, animarlos o acompañarlos y, cómo no, son capaces de detectar cualquier cambio significativo que precise de una mayor atención.
No en vano, llevan seis meses trabajando y formándose en Tercera Actividad. “Es un ciclo formativo exigente y muy completo en contenidos”, apunta Jesús Francisco, mientras su compañera Isabel, constata que ha “aprendido muchas cosas” y le ha servido para ver de lo que es capaz, aunque le hubiera gustado poder profundizar en los contenidos sanitarios.
Jesús Francisco valora el “despliegue de medios educativos tanto escritos como audiovisuales, acompañados de múltiples ejercicios prácticos; así como a las formadoras y el equipo multidisciplinar del centro Tercera Actividad”. Para Isabel, lo mejor ha sido “conocer personas y compañeros excepcionales”. También valora la suerte que tuvo al ser elegida para participar en el programa y se siente bien por “haber aportado mi cariño a los mayores”.
Múltiples salidas profesionales
Muy pronto ambos podrán obtener el certificado que les acredita como profesionales de la atención sociosanitaria a personas dependientes en instituciones sociales. Un campo, en el que según afirma su tutora, dispondrán de una “importante fuente de empleo y no solamente en instituciones, ya sean residencias, centros de día u otras, sino también para quienes precisen de un cuidado cualificado en su hogar”.
“En estos tiempos de pandemia el personal de atención sociosanitaria, sobre todo los auxiliares de geriatría, han demostrado y siguen demostrando, la gran labor que realizan en los centros residenciales y fuera de ellos”, apunta Nuria Estalayo. “Esto está ayudando a dignificar una profesión que aporta mucho a la sociedad y que, sin embargo, a veces, es subestimada. Ahí están, día a día con las personas mayores y otros dependientes: cuidándoles, dándoles ánimos, haciéndoles compañía, escuchándolos y regalándoles sonrisas cuando la familia no puede estar”, concluye.