Tras recibir las diligencias e informes del caso que se sigue en el Juzgado nº 1 de Cervera de Pisuerga contra el cazador que disparó a un ejemplar de oso pardo, una hembra criando un osezno, causándole la muerte, se considera necesario aclarar los motivos por los cuales se decidió celebrar la cacería a pesar de la información de la que se disponía.
Para Ecologistas en Acción la información de esas diligencias “evidencia en primer lugar que no hay duda de que el cazador del puesto número 22 fue quien efectuó el disparo sobre la osa a una distancia de 40 metros, y segundo, la cacería nunca tuvo que haber sido autorizada por la Dirección de la Reserva Regional de Caza ni la Dirección del Parque Natural”.
El viernes 27 de noviembre, dos días antes de la batida, el coordinador de la patrulla oso de la Fundación Patrimonio Natural informó de la presencia de una osa con una cría, además de otros ejemplares de oso pardo muy próximos al lugar a cazar. “Información que no fue tenida en cuenta en el Servicio Territorial de Medio Ambiente, celebrándose la cacería de jabalí. El abogado defensor del cazador parece entender también que la información previa disponible era más que suficiente para no cazar o al menos haber cambiado la zona, aunque esto no exime de responsabilidad al cazador que queda claramente señalado en el informe de balística”.
Atendiendo al protocolo de actuación “bajo ningún concepto se tendría que haber celebrado esa cacería y menos en esa zona, pero la mala praxis instaurada durante décadas en el Servicio de Medio Ambiente arroja al personal de campo de la administración a los pies de los cazadores, que imponen en qué lugares se caza sin tener en cuenta la información facilitada por las patrullas oso”.
Las Fundación de Patrimonio Natural, que trabaja en el Parque Natural, y la Fundación Oso Pardo, “presumen anualmente de conocer la presencia de ejemplares, especialmente osas con crías, y su distribución en el Parque Natural. Esta información, más allá de la propaganda institucional, parece no servir de nada a efectos prácticos si el Servicio Territorial de Medio Ambiente y sus responsables no toman decisiones, ya que la prioridad, como ha quedado demostrado, es cazar”.
Como resultado de esta dejación de responsabilidades “tenemos una osa reproductora muerta lo que supone una importante pérdida de patrimonio en la exigua población del oriente de la Cordillera Cantábrica, y un osezno huérfano, quien sabe si para ser también disparado cuando sea adulto”.