La trigésimo cuarta edición del Seminario sobre Historia del Monacato, que la Fundación Santa María la Real organiza dentro del programa de cursos de verano de la Universidad de Cantabria, con el apoyo del Ayuntamiento de Aguilar de Campoo y la Diputación de Palencia, se clausuró ayer.
Los 44 alumnos que han acudido este año al curso han podido conocer cómo, en ocasiones, los monasterios hispanos medievales se vieron implicados en disputas y situaciones violentas; “incapaces de preservar la paz dentro de sus muros o de aislarse de los conflictos creados fuera de ellos”, tal y como relata José Ángel García de Cortájar, codirector del seminario.
Para abordar este asunto, contaron con ocho ponencias de expertos investigadores de las universidades de Salamanca, Bolonia, Madrid, Valladolid y Navarra. Además, complementaron sus conocimientos con una excursión al monasterio de San Pedro de Dueñas y al municipio de Sahagún, donde visitaron el monasterio de San Facundo y San Primitivo, la iglesia de San Tirso y el convento de La Peregrina.
Monasterios hispanos, bizantinos y andalusíes
El Seminario se centró en el área hispanocristiana durante los siglos VII al XIV, aunque con unas breves referencias al área bizantina y al poco conocido mundo andalusí. Giorgio Vespignani, de la Universidad de Bolonia, fue el encargado de explicar cómo los monjes ejercieron como “voz contraria” a la corte imperial de Bizancio, convirtiéndose en “portavoces” de la ciudadanía “para pedir a gritos una liberación de las vejaciones de los funcionarios imperiales y de las adversidades de la vida”.
Por su parte, Fernando Valdés, de la UAM, hizo una revisión de las fuentes documentales de los monasterios y zawiyas en Al-Ándalus para analizar la presencia y actividad de las comunidades religiosas cristianas en esa época. En su opinión, “el grado de tolerancia al que estaban sujetas no siempre fue igual durante el Al-Ándalus” y nada tienen que ver la actitud de la dinastía omeya y de los Reinos de Taifas con otras dinastías que practicaban “un islam mucho más intransigente”.
Ya centrados en el monacato hispano, el profesor Pablo de la Cruz, de la USAL, ha tratado la conflictividad de los monasterios del siglo VII y su sistema penitencial “violento” para corregir las “desviaciones” de sus miembros; así como la violencia “contra el monasterio”. Esta última, en época hispano-visigoda, se materializaba de dos maneras: las agresiones de bandidos y la de los miembros de comunidades monásticas campesinas, de base familiar, “que entibiados en su propósito inicial deciden abandonar el monasterio y recuperar por la fuerza lo que aportaron al mismo”.
Cambios de rito y monasterios fortificados
En la tercera jornada, el historiador Carlos Manuel Reglero se centró las últimas décadas del siglo XI y las primeras del XII, época de profundos cambios en la Iglesia hispana que suscitaron resistencias y conflictos en el ámbito monástico. Aunque fueron varios los focos de tensión, Reglero destacó como principal motivo el abandono del rito hispano en favor del romano, “que coincide con disputas por el gobierno de algunas grandes abadías benedictinas, como Sahagún o Celanova”.
Avanzando un poco más en el tiempo, Javier Martínez de Aguirre, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, analizó el significado de varias imágenes de combates, “de considerable violencia”, que figuran en la decoración de algunos monasterios románicos hispanos. Es el caso del muy conocido sarcófago de Doña Sancha, hoy en las benedictinas de Jaca; o al capitel de San Martín de Frómista que ha servido como imagen para el propio Seminario.
Completó su exposición Miguel Sobrino, que habló de un fenómeno arquitectónico muy frecuente en la Edad Media: los monasterios fortificados. A través de un recorrido por diferentes cenobios hispanos, el profesor de la Universidad Politécnica de Madrid explicó cómo y porqué las comunidades religiosas se tuvieron que blindar “frente a la violencia exterior”; así como los motivos que llevaron a la decadencia de muchos de estos monasterios-fortificación en Edad Moderna.
Cluniacenses versus cistercienses
La última jornada del Seminario, hoy mismo, comenzó con la ponencia de Luis Javier Fortún, archivero del Parlamento de Navarra, que abordó el enfrentamiento entre cluniacenses y cistercienses, que se saldó con una clara victoria de estos últimos; y la repercusión que esta disputa tuvo en los monasterios españoles. “Algunos pequeños monasterios se revigorizaron y se convirtieron en auténticos cenobios cistercienses; otros más grandes, como Carracedo, tuvieron una adaptación más difícil y costosa”, explicó Fortún, que también habló de un tercer caso, el de Leire, donde hubo un enfrentamiento frontal entre benedictinos y cluniacenses “alimentado desde estructuras eclesiásticas y grupos sociales externos al monasterio”.
La última intervención fue la de Diana Lucía Gómez-Chacón, que habló sobre la dimensión artística del conflicto entre conventuales y observantes en los monasterios hispanos de la Baja Edad Media. Para ello, se centró en algunos de los ejemplos castellanos y aragoneses más significativos, y mejor documentados, en los que quedaron plasmadas visualmente las bases ideológicas del movimiento observante, “cuyo principal objetivo fue recuperar el carisma original de cada una de las órdenes religiosas y monásticas que se vieron envueltas en este deseo de renovación y mirada al pasado”.