Los murales del centro SCOP en Ciudad de México son una seña de identidad y un emblema nacional. Constituyen, además, una referencia en la técnica del mosaico mexicano. De ahí el interés en preservarlos y el grito de auxilio del gobierno mexicano, tras los sismos sufridos en 1985 y 2017 que afectaron gravemente a su estabilidad.
Hoy, cinco años más tarde, tras numerosos estudios e investigaciones, se ha puesto en marcha un proyecto orientado a la recuperación de este singular conjunto. Una tarea que, constituye, sin lugar a dudas, un reto inédito hasta el momento en el ámbito de la conservación patrimonial.
Para afrontarlo la Secretaría de Infraestructuras, Comunicaciones y Transportes del Gobierno de México confío en la empresa CAV Diseño e Ingeniería, que ha querido contar con la experiencia y la trayectoria de una entidad española: la Fundación Santa María la Real que, junto con un equipo de la Universidad de Valladolid, se está encargando de la monitorización de los murales durante su proceso de desmontaje.
Fue en el año 1954 cuando Juan O´Gorman, alumno de Diego Rivera, y José Chávez Morado, lograron llevar la técnica del mosaico mexicano a otro nivel en los edificios que conforman el centro SCOP de Ciudad de México. ¿Cómo? Decorando varios de los inmuebles con coloristas y llamativos mosaicos, realizados con teselas irregulares de piedra natural y sin pulir. Poco a poco, lograron completar más de 6.000 metros cuadrados, la superficie aproximada de un campo de fútbol, con motivos variados muy vinculados a la cultura mexicana y a la historia de los transportes. Sus murales se convirtieron en un emblema nacional.
Lamentablemente, en 1985 un terremoto de magnitud 8.1 en la escala Richter ocasionó importantes daños al conjunto e hizo que se perdiesen 5 de los 11 niveles que originariamente lo conformaban. Se optó entonces, por la reconstrucción. Sin embargo, el 17 de septiembre de 2017, un nuevo sismo, obligó al abandono definitivo de los edificios del centro SCOP. Tras varios estudios e investigaciones, se hizo evidente la necesidad de demoler parte de los inmuebles para evitar riesgos. Eso sí, desde un primer momento, se tomó la determinación de preservar, en la medida de lo posible, el conjunto de murales, desmontándolos, para, posteriormente, poder reubicarlos.
Rescate monumental
Se inició así un proyecto para la salvaguarda de los murales, basado en su desmontaje, traslado y posterior levantamiento en otro inmueble. El reto se encomendó a la empresa CAV Diseño e Ingeniería, que, a su vez, decidió contar con la experiencia de la Fundación Santa María la Real y la Universidad de Valladolid, para garantizar la seguridad del conjunto de murales, durante su proceso de desmontaje.
Así, las entidades españolas se encargan del proceso de monitorización del conjunto, mediante la instalación de múltiples sensores y dispositivos. Además, de las condiciones ambientales y su impacto en la conservación, se controlan los movimientos y aceleraciones a los que están siendo sometidos los murales, facilitando información en tiempo real del proceso y gestionando todos los datos gracias al Sistema de Monitorización del Patrimonio (MHS), diseñado por la Fundación Santa María la Real. Si en algún momento se superan los niveles establecidos, el sistema envía un aviso e información útil para que los encargados del desmontaje puedan reaccionar al instante y adecuar el procedimiento.
Se estima que el desmontaje de los murales que comenzó a principios de noviembre se prolongará hasta 2024. Esta semana, tras implementar el sistema de monitorización y las pertinentes medidas de seguridad, se han iniciado los trabajos para separar las piezas e iniciar su descenso. Desde la Secretaría de Infraestructuras, Transportes y Comunicaciones, aseguran que estamos ante “un reto de ingeniería de grandes proporciones que marcará un antes y un después en el rescate patrimonial, ya que no hay documentada una solución como esta en ninguna parte del mundo”.
Se trata tan solo de la primera fase de un proyecto mucho más amplio, dado que el reto final del gobierno mexicano es restaurar las piezas, conservarlas y, posteriormente, reubicarlas en edificios de nueva construcción que conformarán lo que podría ser un parque temático del muralismo mexicano.