Lo esotérico y lo cotidiano de la vida monástica son aspectos poco conocidos debido, quizás, al hermetismo eclesiástico de la vida monacal. Surgen así preguntas como: ¿qué tipos de trabajos se realizaban en el claustro?, ¿cómo se mantenía el conjunto en unas condiciones tan salubres? Cuestiones a las que da respuesta el último libro publicado por la Fundación Santa María la Real, que ya está a la venta en su tienda online y en librerías especializadas.
“El libro recoge las investigaciones de los seis expertos que participan en nuestro curso Las Claves del Románico que, por cierto, este mes de julio, celebra su segunda convocatoria anual”, explica Pedro Luis Huerta, coordinador de cursos y publicaciones en la Fundación. “Nuestro objetivo tanto en el curso como en el libro es mostrar las funciones que cumplían las diferentes estancias que formaban el monasterio románico, desde las propiamente litúrgicas hasta las más básicas para la supervivencia”, concreta. Así, quienes adquieran la publicación o asistan al seminario podrán adentrarse en el valor de las bibliotecas, en la medicina monacal, la topografía del monasterio o descubrir cómo la comunidad sabía manejar de manera perfecta sus recursos hidráulicos.
La arquitectura hidráulica y la topografía del claustro
El artículo de Ester Penas González, investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid, se centra en la inteligente arquitectura hidráulica de la época y expone que el agua era fuente de vida y uno de los elementos más importante en el claustro. Se empleaba tanto con fines litúrgicos como alimenticios, higiénicos e incluso económicos y fluía por la mayor parte de los habitáculos del edificio.
Por su parte, José Luis Senra Gabriel y Galán, Catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, habla en su investigación de la influencia que tenía la topografía del monasterio en la vida monacal. De hecho, servía, por ejemplo, para aumentar la intimidad o individualidad del monje, mediante la construcción de estancias sumamente jerarquizadas. Circunstancia que afectaba al modo de vida de los novicios que aprendían no solo de sus textos o sus dogmas, sino también al moverse por el monasterio o al observar distintos elementos del paisaje como estatuas o cuadros.
La importancia de la epigrafía y la documentación
Vincent Debiais, de la École de Hautes Études en Sciences Sociales de París, analiza, desde la epigrafía, los ritos de enterramiento en un monasterio románico, deteniéndose en la conmemoración de los difuntos y exponiendo la importancia de las iglesias, los claustros y las salas capitulares.
A través de los textos de Marta Herrero de la Fuente, de la Universidad de Valladolid, el lector podrá adentrarse en los scriptorium y bibliotecas medievales, para descubrir que, en general, no eran tan grandes ni contaban con tantos volúmenes como se ha reflejado en el cine o la literatura. También podrán conocer la precisión del trabajo de los copistas y cómo se dedicaban en cuerpo y alma a la elaboración de códices y otros documentos.
La vida monacal más allá de los libros y la liturgia
Aunque los rituales eclesiásticos constituían el punto central de la vida de un monje, existían otras funciones, tareas y necesidades que debían ser atendidas y cubiertas. De hecho, el artículo de Pablo Abella Villar, del equipo de historiadores la Fundación Santa María la Real, se centra en estos aspectos y habla de las áreas menos estudiadas de los templos cistercienses. Espacios, como los dedicados a la alimentación, el descanso, el hospedaje o la enfermería.
Cierra el libro, Fernando Salmón, Catedrático de Historia de la Medicina de la Universidad de Cantabria, quien habla específicamente de los cuidados del cuerpo y el mantenimiento de la salud. Su investigación se estructura en tres aspectos clave: la creación de textos y recomendaciones para el cuidado y la salud, el monasterio como lugar de asistencia sanitaria y el tratamiento de los problemas de salud.
El libro, del que se han editado 1000 ejemplares, ya está a la venta al precio de 24 euros en la tienda online de la Fundación y en librerías especializadas. Además, del 26 al 28 de julio, más de 70 personas participarán en la segunda convocatoria del curso que aborda los mismos contenidos. El plazo de matrícula para el curso finaliza esta semana.