Casi 80 personas se han adentrado en las funciones y estructura de los monasterios románicos, gracias a una nueva convocatoria del curso de Las Claves del Románico, organizado por la Fundación Santa María la Real. Hoy parte de ellos continuarán su formación en una nueva edición del Seminario sobre Historia del Monacato que se prolongará hasta el jueves y estará centrado en desentrañar la importancia del desierto en la vida del monje.
“Con Las Claves nuestro objetivo ha sido enseñar las funciones que cumplían las diferentes estancias que formaban el monasterio románico, desde las propiamente litúrgicas hasta las más básicas para la supervivencia”, explica Pedro Luis Huerta, coordinador del curso. “Hemos analizado desde el valor de las bibliotecas, pasando por la topografía del monasterio o cómo la comunidad sabía manejar sus recursos hidráulicos”, concreta.
Así, a través de seis ponencias, guiados por expertos investigadores los participantes se han adentrado en la inteligente arquitectura hidráulica de los monasterios; en la influencia de la topografía en la configuración de las diferentes estancias que los conformaban; en los ritos de enterramiento; en los scriptorium y bibliotecas medievales; en la medicina o, en otros espacios menos conocidos como los dedicados al hospedaje, la enfermería o la alimentación.
Cada uno de los asistentes al curso ha recibido, además, un ejemplar del libro “El monasterio románico: de lo artístico a lo funcional”, que recoge todas y cada una de las investigaciones presentadas a lo largo del curso. Además, han tenido la oportunidad de visitar los monasterios de Nogal de las Huertas, Carrión de los Condes y Santa Cruz de Zarza.
El protagonismo del desierto en la vida del monje
Una vez clausurado el curso de Las Claves del Románico, el refectorio del monasterio de Santa María la Real acoge hoy el Seminario sobre Historia del Monacato, que cumple 38 años y reúne a 76 alumnos. En este caso, podrán analizar el protagonismo del desierto en la vida del monje, a través de siete ponencias.
“La vida monástica de todas las épocas ha estado basada en el silencio y la meditación, como medio privilegiado de acercarse a Dios. Pero el silencio requiere alejarse del comercio con hombres y mujeres, la huida de la ciudad a los lugares deshabitados. Las primeras manifestaciones del monacato cristiano surgieron en Oriente, Egipto y Siria-Palestina, donde el desierto se presenta a las puertas de la ciudad”, exponen los directores del seminario, los catedráticos Ramón Teja y José Ángel García de Cortázar.
“La experiencia del desierto para los cristianos no era algo nuevo pues ya había estado presente a lo largo de toda la historia del pueblo judío desde el éxodo de Egipto bajo la guía de Moisés. Mahoma era un hombre del desierto, su religión nace allí y también los fieles musulmanes que buscaban acercarse a Alá se retiraban al desierto. Los budistas hicieron igualmente de la meditación y la soledad su forma de vida privilegiada. Así pues, el desierto ha sido el escenario privilegiado de quienes buscan a Dios en las cuatro religiones con mayor número de seguidores”, apuntan.
El seminario se centrará, especialmente, en las experiencias cristianas, que se vieron enriquecidas por el contacto con el islam, el budismo y el judaísmo. Junto a las ponencias, los participantes podrán visitar las localidades de Sasamón, Villamorón y Padilla de Abajo para poner en práctica lo aprendido.