El Consejo de Gobierno ha declarado Bienes de Interés Cultural con categoría de Bien Mueble dos tejidos medievales del Monasterio de San Zoilo, ubicado en la localidad palentina de Carrión de los Condes. Ambos se extrajeron en el año 2003 del interior de una de las arquetas funerarias del retablo mayor de la iglesia del Monasterio que, según la tradición, alojaba las reliquias del mártir cristiano San Zoilo. Su singularidad radica en su riqueza artística y el contexto histórico en el que se enmarcan.
Estos tejidos medievales mantienen su configuración y formato original y destacan por su valioso contenido iconográfico y epigráfico, ya que en cuanto al diseño y repertorio visual, son piezas únicas sin paralelos exactos ni en textiles ni en otro tipo de materiales. Se trata de dos paños de seda que comparten la misma técnica textil denominada ‘gamito’, del griego pesamitos, debido a los seis hilos que intervienen para crear el efecto escalonado o asargado, una técnica que les confiere carácter reversible. Esta técnica hunde sus raíces en la tradición textil del mundo sirio, sasánida y bizantino. Los tejidos y bordados de seda e hilo de oro eran productos de lujo de los talleres de artes suntuarias, tratándose de piezas únicas de diseño, muy apreciadas y de elevado coste, con una gran calidad artística y técnica.
La mayoría de los tejidos de esta naturaleza se conservan en forma muy fragmentaria, tanto en España como en el resto de Europa, por lo que destaca el carácter excepcional de estas dos telas, que mantienen su configuración y formato original. Este hecho está relacionado con su función inicial como colgaduras murales ornamentales que decorarían los muros de palacios y residencias reales, sirviendo como separadores o diferenciadores de espacios, velos de altar, paramentos o doseles. Destaca también su valioso contenido iconográfico y epigráfico, ya que en cuanto al diseño y repertorio visual, son piezas únicas sin paralelos exactos ni en textiles ni en otro tipo de materiales.
Los estudios técnicos, históricos e iconográficos y la información epigráfica, los sitúan cronológicamente en el siglo XI. Este periodo fue uno de los momentos decisivos en la vida del Monasterio, impulsado posiblemente por la llegada de las reliquias del mártir hispano-romano, que motivó el cambio de advocación del mismo, la puesta en marcha de su segunda fase constructiva, y el refuerzo de su posición dentro de los núcleos monásticos del norte de la Península vinculado a la orden cluniacense.
El paño de seda azul, que se conserva íntegramente -tiene unas dimensiones de 2,75 x 2,08 metros-, pudo tratarse de una colgadura mural ornamental. Muestra 36 criaturas bicéfalas que representan una variante de animal fantástico alado con garras de león y cabeza y alas de águila, y que combina con elementos iconográficos sasánida y bizantinos. También presenta una decoración epigráfica doblemente simétrica, en disposición ‘de espejo’ horizontal y vertical, que parece contener una frase de carácter piadoso. La inscripción tiene muchas similitudes con las que se utilizaban como decoración en objetos del arte románico y mozárabe, y con objetos producidos bajo la Dinastía Fatimí (909-1171), que se ubicó, entre otros lugares, en el norte de África, Egipto y Sicilia. En tres de los ángulos del paño aparecen pintados unos signos o letras que podrían estar relacionados con marchamos de los tejedores o de los mercaderes y con su proceso de fabricación o comercialización. El color azul oscuro de fondo que presenta es bastante excepcional en tejidos andalusíes, aunque se conocen algunos otros paralelos en tejidos de museos de Francia y España.
El paño de fondo rojo, de dimensiones más reducidas -de 2,36 x 1,42 metros-, pudo tener también carácter ornamental en un principio, aunque posteriormente se utilizó para envolver reliquias. La composición que presenta, con aves en el interior de círculos perlados, es común en el arte sasánida -persa pre-islámico- y en sus zonas de influencia. Como aspecto técnico excepcional, destaca que conserva los dos orillos originales con sus cordelinas, las cuales servían para mantener la anchura constante mientras se tejía la pieza impidiendo que encogiese progresivamente.
Autor foto: jluismreyero